domingo, 19 de febrero de 2012

Mexan por nos e dimos que chove.

Merceditas, cumplí años.
Ahora tengo 56 y una gran tristeza; no se me pasa el dolor de no verte.
Acá en la tierra siguen jugando al fútbol, hace un calor insoportable y cagan a palos a los ex-combatientes de Malvinas, si bien, es cierto que elegantemente Jorge Lanatta informa el tema como redireccionamiento de palos.
Mean sobre nosotros y hay que decir que llueve.
Hostia, neno, entiendes?
Se viene la menesunda, la marabunta, la escatología en todos sus tenebrosos colores.
El ajuste.
Está bien, no soportaba vivir esta mentira fluflu con lazos rosa y muñequitos de torta de felpa.
Así como la cruel verdad de tu adicción se me impuso en la jeta cuando apareciste ahorcada.
La verdad es que estamos viviendo en el 1984 de Orwell; la verdad es que estamos sometidos jugando los juegos de Zynga, saludando gente que nunca veremos, pintando casas que no son en verdad nuestras son del Estado, porque le pagamos un alquiler mensual al Municipio y anual a la provincia.
No tenemos nada, pero si somos y estamos.
Soy por ejemplo una madre culpable, y estoy triste, muy triste y cansada.
Y, todavía creo en un Dios que perdona.

Mexan por nos e dimos que chove.


El sueño tras el esfuerzo,
tras la tempestad el puerto,
el reposo tras la guerra,
la muerte tras la vida harto complacen.
 
 
En la lápida de Joseph Conrad, según Santa Wikipedia

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