jueves, 21 de agosto de 2008

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La doctrina de Estado, que se presenta omnipotente, es a su vez administrada, en nombre de la razón de Estado, por los jerarcas máximos que concentran en sus manos todo el poder. Quien por elección o por usurpación llega a las más altas posiciones ya no se halla sujeto a ninguna instancia superior, pues es la razón de Estado personificada y puede, dentro de las posibilidades dadas, proceder a su antojo. Puede decir con Luis XIV: "L' état c'est moí"("El estado soy Yo"). Es, pues, el único individuo, o cuando menos uno de los pocos individuos, que podría hacer uso de su individualidad si aún supiese distinguir entre sí y la doctrina de Estado. Lo más probable es que sea esclavo de su propia ficción

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