martes, 19 de abril de 2011

amor

Hijita
Dicen que una cachetada atraviesa tres generaciones familiares.
Me pregunto que pasó en Galicia, que pasó, porque ahora.
Tu hermana está más tranquila. No tiene preguntas, y casi imagina todas las respuestas.
Seguro que te drogabas.
Inocente, ingenuamente pensé en la marihuana.
Bueno, parece que si hasta el jefe de gabinete acepta el uso del THC,  me dije, será una señal de los tiempos que yo no puedo escuchar.
Pero con el correr lineal de los días, aparece la sospecha de que consumías drogas pesadas como  LSD.
Dios Mío.
Y ¿dónde estaba yo?.
En casa, tranquila, confiada en tu habilidad de supervivencia.
Confié siempre en vos. También supe que habías crecido violenta, pero nunca infame.
Cuando fuiste a trabajar en esa remisería en el turno noche, siempre en el límite., también confié en vos; cuando me dijiste que habías trompeado y apaleado a un remisero, también confié en vos. Cuando el remisero apaleado te regaló los diccionarios armatostes, también confié en que te había provocado de tal manera que te tuviste que defender y que los diccionarios lo probaban y que eran una disculpa del que había recibido la paliza.
Hijita querida.
No eras una santa, pero que cerca estabas de serlo.
Mercedes, la bien parida

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