domingo, 10 de abril de 2011

Un mes

Hoy fuí al cementerio.
Se cumple un mes de tu muerte.

Sabés  que estoy destrozada.
Es un dolor imposible de sentir.
Es todo el dolor del mundo y mucho más.
Te duele todo, el cuerpo, el alma, el espirítu.
Mi Merceditas.
La mejor parida, fuerte como un algarrobo, la que nunca se enfermaba.
La rebelde.La hija del medio.La de la alegría violenta.
Te extraño.



Me enoja que te roben las rosas, así que hoy te llevé rosas y claveles.
Hablé con el cuidador, un hombre más joven que yo, y que entiende, porque se le murió un hijo de 28 años, más o menos, cuando se cayó del tren.
La gente, buena gente, siente empatía, horror, se preguntan como se hace para seguir viviendo con un dolor así. Pero no entienden. El cuidador entiende, la esposa del cuidador entendería.
Como uno busca consuelo, sabiendo que no hay consuelo. Que es una pena infinita.
Creo que el acto del suicidio lo hace más intolerable.Y creo que el modo que elegiste lo agrava.
Y la culpa. Maldita culpa: si hubiera hecho esto o no hubiera hecho aquello
Pecados por omisión o por acción.


Sean benditos quienes me han consolado, y han vertido piedad sobre mi herida.

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